El despertar de un gigante economico
Al comienzo del año, Estados Unidos se erguía fuerte. Su economía, impulsada por un consumo fuerte y un mercado laboral firme, era el faro del crecimiento mundial. Los analistas anunciaban que la inflación, aunque aún alta, comenzaba a doblegarse. Mientras tanto, Europa se encontraba dividida. Alemania, antaño poderosa, parecía perder fuerza, pero el BCE decidió prestar su apoyo con recortes de tipos de interés, buscando revitalizar el ánimo de su economía.
La batalla por la renta variable
El primer semestre fue muy positivo para los inversores en acciones. Sectores como la tecnología y los semiconductores brillaban, liderados por empresas como NVIDIA. Sin embargo, el verano trajo turbulencias. Las expectativas sobre las grandes tecnológicas resultaron ser demasiado altas, y los mercados comenzaron a acusarlas.
Pese a ello, los inversores más valientes recordaron las palabras de Warren Buffett: «El mercado es el lugar donde el dinero pasa de los impacientes a los pacientes». Con esta lección en mente, decidimos mantenernos firmes, confiando en que la calma regresaría.
Los focos de la incertidumbre
No todo fue calma. Los conflictos como el de Ucrania y tensiones en Oriente Medio alimentaron la incertidumbre. Los precios del petróleo se elevaron, mientras las elecciones presidenciales en Estados Unidos añadían más preguntas al futuro.
En medio de este caos, Donald Trump regresó como presidente de los EEUU, generando entusiasmo en los sectores cíclicos de su economía, pero dejando a Europa algo más preocupada por la sombra de los aranceles.
El oro refugio del inversor
En este año tumultuoso, el oro se convirtió en un refugio brillante para los más cautos, alcanzando precios históricos. Mientras tanto, los bonos, tras una travesía de ajustes, empezaron a encontrar su lugar. Los analistas comenzaban a aconsejar aumentar la duración de las carteras, preparándose para tiempos más favorables en 2025.
El final del camino
Cuando el año se acercaba a su fin, los índices americanos marcaban máximos históricos, lucían ganancias YTD superiores al 25%, y aunque se esperaba una pausa en el movimiento, el horizonte parecía prometedor. Aunque las aguas seguían agitadas. Diciembre comenzó con la caída del gobierno francés de Barnier. La incertidumbre política en Francia y su capacidad de reconducir el déficit público llevó a su prima de riesgo hasta niveles no vistos desde la crisis financiera de 2012, por encima de la española e, incluso, de la griega.
El BCE bajó los tipos pero sonó menos dovish (postura en política monetaria que prioriza el crecimiento económico y el empleo frente a la inflación) de lo deseado y rebajó su previsión del PIB a +1.1% (vs 1.3%) en 2025.
Cerrábamos el año con el recorte de -0,25% por parte de la Reserva Federal. Sin embargo, el mercado encajó muy mal la reunión de la Reserva Federal por el discurso de su Presidente y sus menores expectativas de bajadas de los tipos de interés. Mejoró su proyección de PIB al 2,5% en 2024 (vs 2%) y 2.1% en 2025 (vs 2%). Esto hizo que las bolsas y los bonos cayeran con fuerza en precio.
Con esto, el año 2024 se ha convertido en una lección de resiliencia y estrategia. Nos ha permitido aprender que en los mercados, los verdaderos triunfadores son aquellos que miran más allá de las tormentas.