Comenzábamos 2024 sobre ponderando Renta Variable y en concreto el sector tecnológico. Consideramos que iba a ser un buen año de bolsa y de bonos. Inflación contenida, tipos de interés bajando, aunque más tarde de lo que el mercado descontaba, BPAs mejorando, etc… El fondo del mercado era muy sólido y ese buen fondo debía imponerse, aunque los tiempos no fueran lineales y hubiera alguna fase de ajuste como ocurrió en Abril.
En cuanto a renta fija, inicialmente éramos partidarios de reducir duraciones en las carteras. La curva de tipos descontaba mayores bajadas de tipos de lo que descontaba Bankinter y antes. En un entorno en el que la inflación, aunque controlada, permanecía por encima de los objetivos de los bancos centrales y con unas economías que aguantaban mejor de lo que inicialmente el mercado esperaba, nos hacía pensar que las bajadas de tipos se pospondrían en el tiempo.
En cuanto a la renta variable, propusimos reducir exposición a Value para volver a insistir en sobre ponderar la tecnología.
Por otro lado, no identificábamos eventos o razones de peso que pudieran representar un obstáculo para que las bolsas continuaran con su inercia suave pero consistentemente alcista. Una vez comprobado que, efectivamente, la inflación retrocedía, tanto en Europa como en Estados Unidos y que los resultados corporativos eran, en términos generales, mejores de lo esperado, saliendo reforzada sobre todo la tecnología, podíamos decir que todo era bueno.
Marzo fue un mes de consolidación, ligeros avances y continuamos con la misma estrategia de favorecer la exposición al riesgo. El panorama general nos seguía invitando a ser optimistas sobre la economía y los mercados financieros para el segundo trimestre de 2024.
Pero llegó abril. Los mercados financieros experimentaron un comportamiento negativo influenciados tanto por factores económicos como geoestratégicos.
En cuanto a las bolsas, estas sufrieron en general debido a las persistentes preocupaciones sobre la inflación, especialmente en los Estados Unidos, donde datos más altos de lo esperado alimentaron temores de que la Fed no suavizará la política monetaria tan rápido como se esperaba inicialmente.
En los mercados de bonos, los inversores ajustaron dichas expectativas sobre los recortes de tipos en Estados Unidos, lo que llevó a un aumento en los rendimientos de los mismos. Este reajuste, hacían atractivos los niveles de tipos. La realidad era que el ciclo en Estados Unidos era sólido y no existían incentivos para recortar tipos en el corto plazo, más aún con una inflación más pegajosa y complicada de reconducir al objetivo del 2%.
Por último, las tensiones geopolíticas, incluidas las situaciones en Ucrania y Medio Oriente, junto con la incertidumbre política en Estados Unidos debido a las elecciones presidenciales, siguieron influyendo en los mercados. Estos factores contribuyeron a un entorno de inversión más volátil.
En resumen, abril de 2024 fue un mes marcado por la volatilidad impulsada sobre todo por preocupaciones inflacionistas, ajustes en las expectativas de política monetaria y persistentes tensiones geopolíticas. Sin embargo, seguíamos manteniendo la misma estrategia probolsas y probonos.
Pese a que podríamos haber entrado en una fase fría de mercado, que por otro lado no se ha producido, considerábamos que no debería ser motivo de gran preocupación. El fondo de mercado no cambiaba. Debíamos ser pacientes, ya que no se esperaba que ocurriera ningún cambio significativo. Como dijo Warren Buffett, «El mercado es ese lugar donde el dinero se mueve de los impacientes a los pacientes».
En cuanto al comportamiento de los mercados, podemos decir que el primer semestre de 2024 ha sido un semestre muy positivo en términos de rentabilidad para la renta variable y en concreto para Estados Unidos, la tecnología y no tanto para los bonos.
El comportamiento de los bonos durante el primer semestre de 2024 nos permite poder aumentar la duración de las carteras de bonos para anticiparnos a las futuras bajadas de tipos en 2025.
A futuro, seguimos esperando un ciclo expansivo sostenido de la economía y de mercados, a pesar de las incertidumbres geopolíticas y políticas. El equilibrio entre tipos de interés, crecimiento, inflación y empleo es satisfactorio aunque no perfecto.